Para las Comunidades del Vía Pacis en América Latina, la experiencia de la pandemia resultó ser una gran oportunidad para poner a prueba la fe, para purificarla y fortalecerla, para testimoniar a la luz del carisma, en cada situación de la vida diaria, el primado de Dios y de su Reino.
“En estos meses de aislamiento social hemos podido experimentar la acción de un Dios presente y que obra en medio de nuestras vivencias. Me conmovió la fe grande y sencilla de muchos de mis hermanos de la Comunidad que, en lugar de unirse a las muchas voces de los que se preguntan cuál es el papel de Dios ante el mal y el sufrimiento, han optado por dar gloria a Dios que se hace presente. en todo gesto de solidaridad, en la preocupación por el hermano que vive en soledad o en riesgo de contagio.
De esta manera mostraron un Dios presente, un Dios de esperanza, ante tantos mensajes angustiantes y apocalípticos, que hacían caer en el desánimo y el pánico.
Una llamada telefónica, un gesto, una atención especial por el otro, marcaron la diferencia entre caer en la tristeza, la angustia y la depresión, o abrirse a una mirada más serena.
Hemos estado separados físicamente, pero nos encontramos más conectados entre nosotros, y nos preguntamos: ¿qué quieres y esperas de nosotros, Señor, para esta nueva etapa de la humanidad?