La alegría no es la ausencia de tensiones, preocupaciones, tristeza o plenitud emocional; no es solo una alegría sentimental y emocional, es algo profundo que nada ni nadie puede quitarnos.
Es como la profunda calma del mar: la tormenta mueve su superficie, pero en el abismo siempre hay quietud.
Esta alegría es un regalo y una elección.
Don de Dios, elección y empeño personal; fruto humano y fruto del Espíritu.
Es una elección que renuevo y pido cada mañana: Señor, dame alegría hoy. Le pido ayuda a Dios y luego:
Elijo dar la bienvenida a la alegría y vivir con alegría.
Elijo no imponer condiciones diciendo: si tuviera, si pudiera, si fuera
Elijo vivir agradecido por todo.
Elijo saborear y apreciar las alegrías que ofrece la vida.
Elijo ver el lado bueno y bello de la vida, buscar lo positivo, que siempre está ahí; para ver el vaso medio lleno.
Elijo huir y no dejar lugar a la anti alegría: el resentimiento, la murmuración.
Extraido del texto: “Pace, gioia e carità” – Eliana Aloisi Maino