La Iglesia siempre ha sugerido tres caminos para volver a sintonizar nuestros corazones en el tiempo de gracia de la Cuaresma:Limosna, oración, ayuno (cf Mt 6,1-6.16-18), tres tesoros capaces de reavivar el fuego del Espíritu y reanimar el corazón del mundo.
Aprovechemos este tiempo que se nos da, para escuchar a Dios: dejémonos provocar por su Palabra, pidamos al Espíritu que inflame el corazón, que quite lo que nos bloquea en nuestras relaciones, y que nos ayude a hacer nuestra parte plenamente, con valentía y determinación.
EntreguémosLe nuestro orgullo, nuestros miedos, nuestras desilusiones, y Él nos dará la fuerza para dar el primer paso, para hacer un gesto de paz y reconciliación hacia ese familiar, ese hermano de la comunidad, ese compañero de trabajo, ese vecino de casa con el que tenemos algo que sanar.
Contemplando el corazón traspasado de Jesús, su amor poderoso, su sed de nosotros, dejémonos inundar por la gracia de su perdón, que lo sobrecoge todo
¡La alegría del Señor sea nuestra fortaleza! (cf Ne 8,10).