Cuanto más intentamos encarnar el perdón, la reconciliación, la espiritualidad de la paz, más violenta parece ser la división y la ruptura a nuestro alrededor. Cuanto más intentamos trabajar por el bien de la gente, más parece soplar el viento de la incomprensión, como el viento Bora, para barrer los lazos, las relaciones, los sentimientos, los afectos.
¿Cómo puedo trabajar por la paz? ¿Cómo puedo trabajar para que la paz, primero en mí y luego a mi alrededor, se convierta en realidad y no sólo en una utopía?
Se podría utilizar una serie de frases hechas para hacerlas efectivas. La respuesta que, en cambio, me vino a la mente es: la vida cotidiana.
Tengo que permanecer en mi vida cotidiana, en mi mundo real, terreno cotidiano hecho de trabajo, estudio, hogar, relaciones, fatiga, alegría, dolor, compasión, tensión, amargura, enfermedad, pereza.
Actúa en tu pequeña vida diaria con el amor de Dios y Dios trabajará. Reza en tu vida diaria con el corazón vuelto hacia Dios y Dios hará el resto. Trabaja en tu vida diaria con energía y con la determinación de hacer la voluntad de Dios y Dios tejerá tu santidad.
Con el trabajo, con una palabra, con una oración, con un saludo, con una sonrisa, con un perdón, tu vida se llena de gestos de paz y Dios los hará fructificar en el momento oportuno. Sólo tenemos que tener cuidado de que el deseo de paz no se enfríe dentro de nosotros.
Paolo Maino