Cuando rezamos, la muerte se aleja de nosotros, la ansiedad huye de nuestros corazones, un iris de paz se ilumina sobre el caos de la vida cotidiana.
Cuando rezamos, permanecemos unidos a la Vida y nada nos asusta.
Cuando rezamos, renovamos nuestra relación con Dios y nos situamos en la relación correcta con el mundo y con las cosas del mundo. Todo se vuelve más claro, más nítido, nuestra mente se abre al conocimiento de Dios y aprendemos a utilizar las cosas que Él nos da, sin convertirnos en esclavos de ellas.
(Paolo Maino)