Mi nombre es T. Soy un hombre del pueblo de Siliplan en Myanmar. Trabajo en el campo y
siempre he hecho todo lo posible para mantener a mi esposa y a nuestros cuatro hijos.
Hasta hace poco siempre nos las habíamos arreglado con trabajo duro y sacrificios, pero
estábamos felices porque había mucho amor entre nosotros. En mi pueblo soy catequista
para intentar dar un poco de esperanza a quienes viven situaciones mucho peores que la
nuestra. Hace algún tiempo mi esposa se enfermó. Sentía que el mundo se me
derrumbaba. El dinero apenas alcanzaba antes. ¿Que se suponía que debía hacer? ¿Cómo
se suponía que iba a mantener a mis hijos? ¿Podría haber salvado a mi esposa? Amo a mi
esposa y tengo que hacer todo lo posible para salvarla. ¿Pero los niños? ¿Cómo los iba a
mantener? Y ¿Para alimentarlos? Durante muchos días pensé y pensé en la mejor solución.
Estaba preocupado, asustado y triste. Entonces decidí pedir ayuda para mis hijos y llevé a
D, mi segunda hija, al refugio Via Pacis. Cuando llegó estaba muy débil y yo temía perderla.
Las monjas la cuidaron y le enseñaron el idioma oficial de Myanmar porque D. solo hablaba
el dialecto. Ahora buscan a alguien que quiera adoptarla a distancia para que pueda
estudiar. Trabajo mucho y veo poco a mis hijos, pero la esperanza de que alguien nos
ayude y que tengan un futuro mejor me da fuerzas cuando la preocupación y el dolor por mi
esposa son insoportables. Doy gracias a Dios todos los días por la ayuda que recibo y
agradezco a las hermanas, a Via Pacis y a todos los que nos están ayudando y nos
ayudarán. Gracias
