Hola mamá

En la isla de Iling hay un modesto pueblo llamado Buri. “F.” siempre ha vivido aquí y acaba de terminar el sexto grado de la escuela primaria. Estaba tan feliz hasta hace unos meses atrás: era una de las pocas chicas afortunadas que podía ir a la escuela y aprender tantas cosas. Su madre la amaba, o eso pensaba, y tenía muchos amigos en su pueblo. Claro, no eran ricos, pero estaban bien. Entonces la mamá conoció a un hombre. Un hombre que según ella era más importante que todo, tomó sus cosas y se fue con el hombre importante. F. se encontró sola. Le dijeron que no tenía edad suficiente para estar sola y que sus abuelos la cuidarían. F. estaba feliz de verlos y pasar tiempo con ellos. Pero los abuelos viven en Semirara, que es otra isla. F. no quiere dejar a sus amigos y su pueblo. No quisiera tampoco dejar a su mamá. Un día F. intentó convencerla de que se quede con ella, de que la dejara volver a vivir con ella en el mismo pueblo de siempre, con los mismos amigos de siempre. Mientras, la mamá tuvo otro bebé. Es pequeño y solo llora. Pero mamá parece amarlo más que a ella. F. tiene que irse a Semirara. Ella lamenta dejar a sus amigos, lamenta dejar a su madre, lamenta dejar su pueblo. Pero no puede quejarse: después de todo, todavía hay alguien que la cuida. Sus abuelos le dijeron que, de Italia, un lugar lejano, recibe un dinerito para la escuela. F. no sabe quién se los envía, tal vez un ángel de la guarda. Su vida es completamente diferente a como era antes. Pero al menos están los abuelos y hay ángeles de la guarda de tan lejos que le permiten seguir estudiando. Tal vez haga nuevos amigos y ya no le dolerá tanto estar lejos de mamá.

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